lunes, 1 de octubre de 2007

Sol y picada en la presentación de los Diputados

Un grupo de personas almuerza tranquilamente en una de las mesas que están ubicadas en la Plaza Coronel Dorrego en San Telmo. Es un mediodía soleado y la temperatura es agradable como para comer al aire libre. Al mismo tiempo, en una de las angostas veredas, un grupo de artesanos exhibe sus productos: collares, aros, pulseras y demás adornos están a la vista de todos los transeúntes.
Parece un día más para el barrio, pero lo que tal vez esas personas no se imaginan es que están en el lugar elegido por el candidato a presidente Roberto Lavagna para presentar públicamente los candidatos a diputador por la Capital Federal. No hay clima político. No hay banderas, no hay cánticos, ni bombos. Ni siquiera hay público que se haya acercado a presenciar el acto (que más tarde fue definido como “simbólico” por el propio Lavagna).
Un grupo de no más de veinte señores vestidos prolijamente de saco y corbata se agrupa en la Plaza, del lado de la calle Anselmo Aieta. Se saludan cordialmente unos a otros. Varios no llegan a los treinta años de edad, se les nota en sus rostros libres de arrugas y en sus pelos algo crecidos y peinados a la moda. Otros usan anteojos de sol, como queriendo evitar ¿ser reconocidos?. Son los candidatos a diputados por el UNA, los protagonistas de la mañana.
A unos metros de ellos, los periodistas ultiman detalles para la cobertura del acto. Los movileros de las distintas radios prueban sus grabadores. En tanto, los camarógrafos instalan los trípodes y acomodan las cámaras. Uno de ellos no pierde ocasión de quejarse y decirle a su colega: “me engancharon para venir a cubrir esto, me quiero matar”.
Javier Gulli, uno de los hombres que maneja la prensa de UNA, invita una y otra vez a los periodistas a acercarse a la mesa a saborear la picada que se ha preparado como catering. Nadie se mueve hasta que un cameraman dice al aire “bueno, vamos a probar la picada de Lavagna”. Es la excusa para que todos se arrimen a probar aceitunas, quesos, salames y tostadas. Sentados alrededor de la mesa y conversando, la escena se asemeja más a una reunión de ex compañeros del secundario que a una ceremonia política. De hecho, salvo por dos afiches con la cara del candidato nada haría pensar que se trata de un acto.
Cerca de las 12:20, Lavagna se hace presente en el lugar. Se ubica delante de los dos carteles con su rostro y toma el micrófono. Frente a él, quince periodistas sentados en sillas de jardín aguardan por sus palabras. El discurso es breve y formal. No obstante, el ex ministro de Economía se guarda tiempo para hacer un pequeño chiste al decir: “la mayoría de nuestros candidatos a diputados son jóvenes excepto alguno que otro que no vamos a nombrar” y con su mano izquierda le toca la cabeza a Alberto Coto (primero en la lista) quien está sentado a su izquierda. Unas tibias risas de los presentes acompañan el gesto.
El único momento de tensión se produjo cuando un hombre que vivía en la calle lo increpó al candidato al grito de “corrupto” cuando estaba realizando una nota para un canal de televisión. Al mismo tiempo, una vecina, curiosa, se asomaba a la ventana de su departamento sobre Aieta para gritarle a un conocido del barrio “decile que lo voy a votar”. Cara y ceca del mediodía en San Telmo.

Gabriel Sabino

No hay comentarios: